FORJA SALOMÓNICA
Antes de continuar es preciso hacer la prudente aclaración de que: NO EXISTE EL ACERO SALOMÓNICO, como erróneamente algunos llaman a este maravilloso trabajo de FORJA, el Salomónico no es simplemente un “diseño” que como todo precisa técnica y experiencia, para nada es como el ACERO AL CARBÓN, ACERO INOXIDABLE o ACERO DAMASCO (que en realidad de él solo existen algunos trabajos en museos y la referencia de que alguna vez existió).
Hecha la aclaración será fácil comprender la razón de titular el presente como FORJA SALOMÓNICA.
Empecemos…
Hablar de FORJA SALOMÓNICA nos remonta a los años 900 a.c. (antes de cristo) y nos sitúa en Jerusalén, Israel.
Y conocer a un personaje que fue Rey y según la historia un sabio, un pasaje conocido de su “sabiduría” es el siguiente:
“SALOMÓN es un jovencito cuando llega a ser rey. Ama a Jehová, y sigue el buen consejo que su padre David le dio. A Jehová le agrada Salomón, y por eso una noche le dice en un sueño: ‘Salomón, ¿qué quieres que te dé?
A esto Salomón contesta: ‘Jehová mi Dios, yo soy muy joven y no sé cómo gobernar. Por eso, dame sabiduría para gobernar bien a tu pueblo.
A Jehová le agrada lo que Salomón pide. Por eso dice: ‘Porque has pedido sabiduría y no larga vida ni riquezas, te daré más sabiduría que a cualquier persona que haya vivido hasta ahora. Pero, además de eso, yo te daré las cosas que no pediste, sí, te daré riquezas y gloria.
Poco tiempo después dos mujeres vienen a Salomón con un problema difícil. ‘Esta mujer y yo vivimos en la misma casa,’ explica una. ‘Yo di a luz un nene, y dos días más tarde ella también dio a luz un nene. Una noche, el bebé de ella murió. Pero mientras yo estaba dormida, ella puso su nene muerto a mi lado y se llevó mi bebé.
Cuando desperté y vi al nene muerto, noté que no era el mío.
Al oír esto, la otra mujer dice: ‘¡No! ¡El nene vivo es mío y el muerto es de ella!’ La primera mujer contesta: ‘¡No! ¡El muerto es tuyo y el vivo es mío!’ Así discuten las mujeres. ¿Qué va a hacer Salomón?
Pide una espada, y, cuando se la traen, dice: ‘Corten en dos el bebé vivo, y den a cada mujer la mitad.
Dos mujeres al lado de uno de los hombres de Salomón con un bebé y una espada
¡No! grita la verdadera madre. Por favor, no maten al bebé. ¡Dénselo a ella! Pero la otra mujer dice: ‘No nos lo den a ninguna de las dos; córtenlo en dos.
Ahora Salomón dice: ¡No maten al nene! Dénselo a la primera mujer. Ella es la verdadera madre. Salomón sabe esto porque la madre verdadera ama tanto al bebé que está dispuesta a dárselo a la otra mujer para que no lo maten. Al oír la gente cómo Salomón ha resuelto el problema, se alegra de tener un rey tan sabio.”
Pero no es por esta “anécdota” que la FORJA SALOMÓNICA recibe el nombre, éste tiene su origen en un “capricho” del Rey.
Dice la Biblia que Salomón hizo construir dos columnas en el pórtico del Templo, de dieciocho codos de altura, y las vació para que quedaran huecas (1 Reyes 7:15). Un detalle interesante se halla más tarde, cuando se dice que las erigió y les puso nombres:
"Estas columnas erigió en el pórtico del templo; y cuando hubo alzado la columna del lado derecho, le puso por nombre Jaquín, y alzando la columna del lado izquierdo, llamó su nombre Boaz." 1 Reyes 7:21
Los estudiosos sugieren que Jaquín y Boaz son dos nombres con que se conocen las partes fundamentales de un sistema de palanca. "Jaquín" significa en hebreo "Base-Calza" y "Boaz" significa "Fuerza".
Se dice que los templos masónicos también tendrían dos columnas en el pórtico y que el de la derecha se le denomina con una "J" y el de la izquierda con una "B" (como en este caso), y que también tendrían trampas secretas que sólo algunos conocen.
Y que estas columnas eran en su cuerpo de forma helicoidal (espiral ascendente)
Puesto que algunos sugieren que Hiram de Tiro, quien construyó el Templo por orden de Salomon (1 Reyes 7:13-14), fue el fundador de los masones, éste habría integrado en el Templo todo un sistema complejo de palancas para proteger el Arca. Otro interesante detalle también se halla en los capites, que estaban sobre las columnas:
"Hizo también dos capiteles de fundición de bronce, para que fuese puestos sobre las cabezas de las columnas; la altura de un capitel era de cinco codos, y la del otro capitel también de cinco codos." 1 Reyes 7:16
Ambos capiteles medían cinco codos sobre las columnas. Cuando Salomón terminó de construir el Templo, dedicó algunas palabras a Jehová. Sus declaraciones, registradas en la Biblia, contienen pasajes muy oscuros en el idioma hebreo:
"Entonces dijo Salomón: Jehová ha dicho que él habitaría en la oscuridad. Yo he edificado casa por morada para ti, sitio en que tú habites para siempre." (1 Reyes 8:12-13)
Quinientos años después, en el 586 a.C. los babilonios invadieron Jerusalén, destruyeron el Templo y se llevaron absolutamente todos los utensilios, los calderos, las paletas, las despabiladeras, los cucharones, las columnas de bronce, las basas, y todo lo que encontraron. Pero ¿por qué no se dice que se llevaron el Arca del Pacto, si también se hallaba en Templo? Simplemente porque ya había sido sacada por un pasadizo secreto que funcionaba con una palanca desde sus columnas.
Cuando los babilonios midieron las columnas en el pórtico, éstas medían los dieciocho codos de altura, pero los capiteles sobre ellas no medían los cinco codos originales:
"La altura de una columna era de dieciocho codos, y tenía encima un capitel de bronce; la altura del capitel era de tres codos". 2 Reyes 25:17
¿Por qué los capiteles sobre las columnas medían menos? ¿Cómo podría desaparecer dos codos de un capitel a dieciocho codos de altura? La explicación se halla en el funcionamiento de las palancas en el Templo. Cuando se mira el Templo desde uno de sus lados se puede comprender el secreto del Templo de Salomón.
Cuando la arena dentro de las columnas se liberaba, el peso del capitel ejercían peso hacia abajo para que un extremo de la palanca fuera hacia abajo y el otro extremo por la otra parte subiera. Con ella también subiría un sistema de elevador con una cámara secreta donde los sacerdotes ocultaron el Arca del Pacto antes que los babilonios destruyeron el Templo.
Cuando los capiteles descendían por la fuerza, ya no medían cinco codos sobre las columnas, puesto que habían bajado. Los dos codos que bajaban por el peso quedaban ocultos en las columnas. Los babilonios las midieron cuando estaban sobre las columnas en la entrada y medían tres codos (2 Reyes 25:17). Pero cuando las sacaron para llevárselas la Biblia nos dice:
"En cuanto a las columnas, la altura de cada columna era de dieciocho codos (...) Y el capitel que había sobre ella era de una altura de cinco codos." Jeremías 52:21-22
Los babilonios midieron los capiteles luego de haber quebrado las columnas y al juntarlas medían cinco codos nuevamente. Las columnas, como eran huecas, habrían estado rellenas de arena para que descendieran con facilidad ante la presión ejercida desde arriba. Los capiteles habrían descendido hasta cierto punto, puesto que existía una piedra que toparía en el piso dentro de las columnas para que la cámara secreta subiera hasta llegar exactamente hasta el piso del Lugar Santísimo. Cuando la cámara secreta subió hasta el Lugar Santísimo, los sacerdotes habrían colocado el Arca y la habrían bajado manualmente hasta un pasadizo subterráneo que existía bajo el Templo. Cuando los babilonios destruyeron el Templo y saquearon todo, nunca notaron el cambio.
El Libro de Macabeos, libro antes incluido en la Biblia pero que ahora es más bien un libro de historia judía, relata lo sucedido. El profeta Jeremías, profeta de aquel tiempo,
habría visto una visión acerca de cómo esconder el Arca y sobre el funcionamiento de la trampa secreta, puesto que habían pasado siglos desde la construcción del Templo y ya nadie sabía cómo activarla. Se dice que Jeremías habría escapado con el Arca junto con algunos sacerdotes por una red de túneles bajo el Templo hasta un lugar seguro planificado por Salomón donde se habría hallado un sarcófago de piedra donde ocultarla. Hoy existen registros fotográficos de estos sistemas de túneles.
En los años 1800 un explorador francés logró introducirse en el sistema de cuevas y encontró un querubín tallado en piedra por uno de los sacerdotes. Lo sacó con un cincel y actualmente se encuentra en el Museo Real Británico (abajo a la izquierda).
Existe también una representación gráfica de cómo era el querubín tallado en la piedra (abajo a la derecha).
Hoy corre fuertemente el rumor de que el gobierno de Israel tiene en su poder el Arca del Pacto, pues ya habría sido encontrada a principios de 1980 y que estarían reservando esta noticia para cuando comience la reconstrucción del Tercer Templo de Jerusalén, el momento en que darán a conocerla al mundo entero.
Ya que nos metimos en la historia comprenderemos la importancia de las COLUMNAS SALOMÓNICAS, por consecuencia el “estilo” que da nombre a
LA FORJA SALOMÓNICA.
FORJA SALOMÓNICA (RETORCIDO)
En general, podemos decir que en hierro forjado se puede realizar casi cualquier tipo de pieza, desde las tradicionales rejas, morillos, cadenas, faroles, etc., hasta los actuales muebles que imitan en sus perfiles la caña de bambú, pasando por lámparas, cabeceros de camas, cofres, sagrarios, etc.
Frente a todo este conglomerado de piezas de carácter tan diferente, hay una serie de elementos que se repiten en casi todas las piezas.
Estos elementos reiterativos en las piezas de hierro forjado son la espiral, la voluta y el salomónico.
Por lo demás, el resto de la pieza suele conservar la misma forma primigenia.
En casos de piezas más artesanales, éstas se abren en su centro, se recalcan, se las deforma, etc.
Se trata de imprimir en el hierro la huella que dejó claro que la pieza ha sido “rabajada” a conciencia.
Pero en la mayoría de los casos, el forjador se contenta con hacer un pequeño salomónico en una de las partes de la pieza, o con “apuntar” alguno de sus extremos.
Las piezas más frecuentes son: morillos, cofres, rejas, lámparas, barandillas, incensarios, muebles, puertas y faroles.
Suelen hacerse con los elementos citados anteriormente, aunque hay grados entre los artesanos, según las trabajen de una manera más tradicional, o hayan mecanizado los procesos.
Para retorcer el hierro y formar lo que los forjadores llaman un salomónico, hay que calentar la zona, amplia, de la barra que se pretenda retorcer.
Después pasará al yunque, donde se apuntará ligeramente su extremo.
Tras esta operación, pasa al tornillo, en el que se sujeta la zona apuntada.
Luego se le da vueltas por el extremo opuesto, bien con la mano, o bien con la grifa de mano, hasta conseguir retorcer la zona requerida de la barra.
A veces se echa agua en la parte más caliente de la barra para controlar el giro, pues las partes que están a mayor temperatura se retuercen con mucha facilidad, lo que provoca desigualdades en el salomónico.
FUENTE: Oficios tradicionales en Madrid (LA FORJA)
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